
La mesa está servida
#MicroHistorias 4
Manuel Manzoni hace unos meses que está viviendo en Villa Crespo, y caminando por el barrio fue que se encontró con la Tienda de la calle Padilla. Enseguida se acercó a conocer y desde ese día comenzó a frecuentar el lugar. Pero él mismo nos aclara que su vínculo con CONSOL no se reduce a darse una vuelta por la Tienda cuando le hace falta algún producto en particular, sino que además realiza encargos a través de la plataforma digital para abastecerse y organizar sus semanas. Cuando le consultamos sobre qué cosas no suelen faltar en sus pedidos, Manuel menciona la yerba Las Tunas y un vino riojano que es de su paladar, amén de algunos lácteos, y el bolsón de frutas y verduras.
Este vecino de Villa Crespo tiene 43 años, es sociólogo y técnico forestal. A través de su trabajo en el INTA, se vincula periódicamente con otras comercializadoras solidarias, y el mundo de la agricultura familiar no le es para nada ajeno. “Cuando detecté a CONSOL en mi barrio, quise acercarme desde mi lugar de consumidor, porque soy consciente de la dimensión política que reviste esta forma de consumir, y me interesa participarla”, relata Manuel.
Esta interpretación de un “consumo consciente”, atraviesa los diversos testimonios que hemos ido recabando, en la medida que fuimos profundizando este espacio de las “microhistorias”. Lo que nos interesaba, precisamente, era recoger la voz de distintos consumidores y consumidoras de CONSOL, para saber desde qué lugar participan de nuestra cooperativa, pero fundamentalmente de este proceso de consumo colectivo, que avanza por fuera de los carriles convencionales. En historias previas, Felipe y Guadalupe hacían hincapié en la importancia que tiene conocer quiénes son las personas que producen los alimentos que ellos después consumen. No estamos habituados, en términos de sociedad, a hacernos preguntas en relación a la vida que llevan los productores, es decir, los hombres y las mujeres que se ocupan de todo el proceso que culmina con la comida servida en nuestra mesa.
Lo que propone esta forma de consumir, encarnada en CONSOL y en tantas otras cooperativas y comercializadoras, es que empecemos a desnaturalizar nuestros hábitos, sin que esto signifique un esfuerzo extra. Se trata de ser conscientes sobre la cantidad inmensa de personas que está involucrada en el mercado de los alimentos. Trabajadores y trabajadoras de todos los rincones de nuestro país, productores, transportistas, comerciantes, consumidores, en constante movimiento y dando vida a este proceso social y vital. La rueda gira todos los días: la diferencia es si nosotros tenemos ganas o no de conocer cómo funciona.
No es la primera vez que Manuel tiene el impulso de organizarse comunitariamente para hacer las compras. Supo vivir en San Martín de los Andes y también en Mar del Plata, y en ambas ciudades tuvo la experiencia de participar en grupos y consumir así, colectivamente, codo a codo con otras personas. Usa la palabra “nexo” para remarcar la importancia de estos espacios como CONSOL: “Nexo con otras cooperativas, nexo con familias productoras, nexo con empresas recuperadas, todas formas de organización que crecen a la sombra de los circuitos dominantes de la comercialización”. Se muestra compenetrado y dice que siempre que tiene la oportunidad, les conversa a sus amigos y a la gente que conoce, para poner su granito de arena y que cada vez sean más, las personas y las familias que habiten y participen este mundo creciente de una economía social y solidaria.