
“Tenemos que cuestionar esa cultura del consumo que nos individualiza”
Alejandro Quintela Iannone es socio fundador de CONSOL y actual Síndico de la cooperativa. Fue socio gerente de la Tienda Villa Crespo hasta 2019
Desde el barrio de Villa Crespo, rodeado de productos cooperativos y cebando unos mates con yerba Titrayju, nos cuenta sobre los debates que dieron origen a CONSOL y cómo se trazaron las alianzas estratégicas que permitieron su crecimiento.
Los comienzos
“Somos hijos del 2001, nos iniciamos en la vida política y pública en ese momento bisagra, donde quedó en evidencia el agotamiento de un modelo económico privatista y de exclusión social. También de una forma de hacer política que no tenía en cuenta los excluidos y excluidas. La crisis económica y social nos marcó a fuego y definió nuestra vocación política de transformar la realidad que nos tocó”, definió.
Esto también motivó su decisión de estudiar Ciencias Políticas en la Facultad de Sociales de la UBA, donde acabó conociendo a quienes serían fundadores del colectivo político Trabajo y Autogestión que sería crucial en el alumbramiento de la cooperativa. “Hubo años en los que abandoné la cursada porque me aboqué a la militancia. Me preguntaba qué sentido tenía estar en un aula debatiendo intelectualmente sobre lo que ocurría, en lugar de actuar poniendo el cuerpo y la cabeza donde suceden las cosas”, contó.
En 2009, en medio del intento de desalojo a los trabajadores de la fábrica de chocolates Arrufat, el colectivo Trabajo y Autogestión acompañó la recuperación y resistencia al desalojo. Allí descubrieron que una de las grandes dificultades de las fábricas recuperadas era la ausencia de canales efectivos de comercialización. Así, empezaron a pensar en formar su proyecto autogestivo propio.
“No queríamos ir ahí para decirle a los compañeros que y como debían hacer para llevar adelante su lucha. Vimos que estaban produciendo sin luz, de manera artesanal, que no tenían materias primas y que lidiaban con todos los problemas que les dejaba una burguesía irresponsable y mediocre que prefiere vaciar las empresas y quebrarlas en lugar de hacerlas más eficientes. Pusimos manos a la obra y les ayudamos a conseguir insumos para la producción. Nos identificamos con su ejemplo de organizarse para ocupar, resistir y producir. Así tomamos la decisión de darle vida a nuestro propio proyecto autogestivo, integrándonos a este movimiento de trabajadores, generando nuestras propias respuestas laborales. Nuestro punto de partida fue nuestra conciencia social y política. Lo que empezó como una investigación se convirtió en militancia de tiempo completo”, explicó.
La falacia de la sociedad del consumo
La idea de fondo era (y sigue siendo) desarrollar un mercado social y solidario que integre, de la manera más directa posible, a los consumidores y los productores. Junto a las socias fundadoras de CONSOL, Analía Quintela Iannone y Daniela Musso, asimilaron estos conceptos a través de las lecturas de José Luis Coraggio, Euclides Mance y Karl Polanyi, entre otros. En la práctica, se incorporaron a la Red Tacurú, una red de productores y consumidores que buscaba articularse en nodos de consumidores para acceder a productos de empresas recuperadas y emprendimientos de la economía solidaria. “Buscábamos generar un ciclo virtuoso en el que uno elige invertir conscientemente sus ingresos o salario en la Economía Social y Solidaria (ESyS), deconstruyendo el mismo proceso de consumo. Fue una experiencia enriquecedora que también nos permitió comprender que la Red Tacurú tenía algunas limitaciones que a nosotros nos parecía que había que superar”, narró.
Había que organizar mejor a los consumidores. Los productores ya tenían sus redes, pero no contaban con una demanda organizada. Para esto se apoyaron en el estudio de experiencias como El Hogar Obrero y los Almacenes Populares San Cayetano. “El sistema y su publicidad quiere hacernos creer que ser y tener son lo mismo, por eso pondera el acto de consumir al punto que quien no logra acceder a cierto nivel de consumo sería un ser incompleto. Para rebatir este postulado, resulta vital organizarnos como consumidores, convirtiendo nuestro poder individual de compra en un poder de compra colectivo. Así vamos a poder acceder a bienes y servicios de calidad a buen precio, eligiendo fortalecer las experiencias autogestivas que existen. Si bien no éramos un millón de socios-consumidores, como alcanzó a tener El Hogar Obrero (EHO), había que empezar por el principio. EHO era la principal cadena de supermercados cooperativos de América, hasta que el neoliberalismo encarnado por Menem y Cavallo se ocupó de hundirlo. Mientras salvaban a los grandes grupos económicos, al Hogar Obrero lo hicieron quebrar al no refinanciarle una deuda”, relató el asociado número 9 de CONSOL. “Si no queremos quedar atrapados por la falacia de la realización a través del consumo, tenemos que cuestionarnos esa cultura del consumo que nos individualiza y nos aliena, imponiéndonos una oferta concentrada por un puñado de corporaciones que también maneja las subas de precios a su antojo”.
La convicción de organizarse para consumir productos de calidad a precios justos, era cada vez más fuerte y el camino era claro: apoyar a las cooperativas y unidades de producción autogestivas a partir de la organización del poder colectivo de compra de los y las consumidoras. El marco para hacerlo era la cooperativa de consumo. Así nace CONSOL, promoviendo una economía donde el centro no es el capital, sino las personas que producen y consumen.
Debates para crecer
Rápidamente surgirían las preguntas sobre cómo hacer que los productos cooperativos ganen mercado, tengan mayor alcance y se den a conocer. La premisa de CONSOL no sería proveer productos de calidad a una élite de consumidores, sino buscar un crecimiento que les permita ganar escala, llegando así a los barrios populares.
Los debates se profundizaron entre los y las asociadas a la cooperativa: ¿Cómo hacer para que los productos lleguen a destino en tiempo y forma? ¿Cómo hacer para apuntalar a los pequeños productores que no logran homologar su producción de acuerdo a las normas vigentes? ¿Es válido vender productos no cooperativos como la Coca Cola en una cooperativa de estas características? También se abordaban problemáticas como la de lograr espacios para las cooperativas en las góndolas de las grandes cadenas de supermercados. Algo que, afortunadamente, el Congreso Nacional ya abordó con la aprobación de la Ley de Góndolas. “Las grandes cadenas no suelen darles un espacio a las empresas cooperativas y autogestivas que integran la Economía Popular. Eso facilita la cartelización de los precios y permite que las grandes empresas concentren la oferta, colocando sus primeras, segundas y terceras marcas acaparando las góndolas y, por ende, la comercialización. Así es como también se impulsa la dinámica inflacionaria de nuestra economía”, reflexionó Alejandro Quintela.
El poder de los consumidores
“Al consumir colectivamente, tenemos más poder de compra. Ahí está la fuerza. Si queremos ponerle un freno a la permanente suba de precios, tenemos que organizar y optimizar nuestro poder de compra. Así logramos mejores precios de compra y mejoramos nuestra verdadera capacidad de elegir que productos compramos, incorporando incluso a productos de marcas corporativas”.
Todas estas decisiones se tomaron de forma colectiva en las Asambleas de socios y socias. “Fueron debates arduos, pero llegamos a la conclusión de que si sólo ofreciéramos productos de la economía popular, social y solidaria, perderíamos la oportunidad de sumar a la cooperativa a los y las consumidoras que buscan productos de marca ya instalados en el mercado. Esto nos pondría en desventaja respecto a la competencia, porque aún existe una considerable cantidad de bienes y servicios que el cooperativismo no produce. Esta es nuestra manera de ser realistas sin perder de vista los objetivos fundamentales de CONSOL”.
El entrevistado cuenta que muchas veces le preguntan si la cooperativa no resulta en una intermediaria entre productores y consumidores. “En verdad, la cooperativa es la organización jurídica de los consumidores y las consumidoras. A medida que va creciendo en socios, se diversifica y se complejiza la estructura operativa, precisando de roles administrativos y gestión aplicada. Somos una empresa legal y legítima, que sostiene una facturación diaria, paga impuestos a la AFIP y presenta balances ante INAES, entre otras obligaciones. Eso requiere de conocimiento específico y una disciplina cotidiana de trabajo”, responde. Y repone: “La idea es simple: operativizar, a medida que ganamos escala, la compra al productor/proveedor al mejor costo posible para que el consumidor lo tenga al mejor precio posible. Lo único que se agrega a ese valor final, es un margen básico de sustentabilidad económica. Esta política se decide en Asamblea, no la define una cúpula empresaria”, remató.
Alianzas estratégicas con cooperativas de trabajo
Una de las características distintivas que tiene CONSOL es ser, exclusivamente, una cooperativa de consumo. Normalmente, en Argentina, las cooperativas de consumo también lo son de crédito y vivienda. Como el ya mencionado Hogar Obrero, que abarcaba crédito, vivienda y consumo.
Al ser una cooperativa de consumo, CONSOL no puede asociar personas en calidad de trabajadores sino sólo como consumidores. “Teníamos dos opciones: contratábamos empleados o aplicábamos el principio cooperativo de la intercooperación, estableciendo acuerdos con cooperativas de trabajo y generando alianzas estratégicas. Optamos por esta última, obviamente”.
De esta forma se genera una sinergia que fomenta la ayuda mutua entre las cooperativas. “Para nosotros resulta lógico contratar a una cooperativa de trabajo o de servicios en lugar de otro tipo de PyME”, explicó.
Por último, cabe destacar que quienes deciden cómo se reparten los excedentes son los mismos socios de CONSOL. Son ellos y ellas quienes proponen o ratifican los convenios suscriptos con las cooperativas de trabajo.
Como podemos ver, estas experiencias cooperativas se seguirán complementando y abriendo paso en un mundo en constante cambio, que se debate entre el egoísmo neoliberal de mercado y las formas de solidaridad organizada desde la misma sociedad o el Estado. CONSOL por su parte, seguirá aportando su granito de arena para construir una sociedad más justa, democrática y solidaria.