
Otro modelo es posible
Entrevista publicada en Tercerserctor.org.ar
Con el Hogar Obrero y los almacenes San Cayetano como antecedentes, Consol promueve que sus asociados se nucleen en tiendas para evitar la intermediación y generar nuevos hábitos a la hora de hacer las compras.
Texto Eduardo Santachita.
Mabel entra a comprar una gaseosa y se dispone a pagar, pero las marcas de los productos exhibidos le llaman la atención. Mientras gira la botella de aceite para leer el rótulo y repasa las etiquetas, Carolina la saluda y le comenta que esa mercadería es producida por cooperativas. Mabel se lleva un frasco de miel. “A ver si sale buena”, dice.
“Lo que pretendemos es que quien entre a comprar se lleve al menos una duda acerca del consumo solidario”, dice Carolina Compagnone, una joven docente que integra la Comisión de Asociados y Asociadas de la Cooperativa de Consumo Consol. Ella da clases en la villa 1-11-14 y en La Boca y luego de su jornada laboral acude al local del barrio porteño de Villa Crespo para administrar la tienda, sin otra retribución que los viáticos y la satisfacción de sostener la bandera de la economía popular.
Nuevos caminos
En 2008, Eduardo Amorín, actual presidente de la cooperativa, formaba parte de una agrupación que daba apoyo a empresas recuperadas por sus trabajadores. “Las empresas recuperadas nos enseñaron que cuando las reglas del mercado y el capitalismo no dan más respuestas y el Estado no está preparado para intervenir es el momento en que la sociedad tiene que organizarse y resolver”, dice. Martín Ferrer, coordinador del Foco de Consumo de San Telmo, advierte que “hay prejuicios ideológicos” y remarca que “muchas veces los proveedores de la vieja empresa no quieren venderles a los trabajadores”. Ambos creen que el estallido económico y social de 2001 fue un gran impulso para buscar nuevos caminos. En esa época participaron de la Red Tacurú de consumo, gestada como respaldo a las asambleas populares, y empezaron a investigar cómo formar una cooperativa de consumidores.
A fines de los años ochenta, la Cooperativa El Hogar Obrero y su red de supermercados (Supercoop) contaba con más de 300 sucursales y abastecía al 25 por ciento del mercado nacional. “Fue una experiencia riquísima que quedó en el imaginario colectivo del consumidor promedio argentino. No tenía clientes, sino socios”, cuenta Amorín. La otra iniciativa solidaria que estudiaron fueron los Almacenes Populares San Cayetano, que nacieron para compensar la falta de acceso a productos de primera necesidad que sufrían las clases bajas durante la presidencia de Raúl Alfonsín, y tenían sus sucursales en diversos puntos del conurbano bonaerense. Tras la hiperinflación de 1989 y las políticas neoliberales de los noventa, estos supermercados cooperativos empezaron a desaparecer. “Aprendimos mucho de toda esa dinámica”, dice Amorín.
Vecinos unidos
A diferencia de una cooperativa de trabajo, en Consol los asociados se juntan para consumir; más precisamente, para comprar sin intermediarios. El primer paso para ser parte es crear o sumarse a un foco de consumo. Cada foco está compuesto por entre diez y quince vecinos, familiares y/o amigos que están coordinados por un asociado. El coordinador hace una compra colectiva según la demanda y articula la logística.
Cuando ese foco crece y hay una rotación importante, se crea una proveeduría, que se emplaza en un espacio como un centro cultural, una empresa recuperada o algún sitio afín donde pueda colocarse una góndola, una heladera y un stock permanente de 120 productos básicos. Este espacio permite lo que el filósofo brasileño Euclides Mance llama “red de colaboración solidaria”.
Una de estas proveedurías funciona en el bachillerato popular Sergio Karakachoff, ubicado en el barrio de Floresta. “Ahí se multiplica el público, ya que los consumidores se vinculan con docentes, alumnos y familias”, describe Amorín. Si la proveeduría crece, se instala una tienda abierta al público, como la de Villa Crespo, que actualmente es la única tras el cierre del local ubicado en la zona de Congreso. “La corrida cambiaria del año pasado nos mató”, se queja Compagnone. Consol se apoya en tres pilares fundamentales: la comercialización de productos de la economía social, precios bajos respecto del mercado y autogestión sustentable.
Luchar con gigantes
Actualmente, las cooperativas como Consol generan el 3 por ciento del consumo total nacional. “Nuestra pelea es como la de David contra Goliat, pero seguimos tirando piedritas porque creemos que es lo que hay que hacer”, dice Amorín. “El enemigo es gigante, tiene mucha ventaja. Las grandes cadenas de supermercados han creado hábitos psicológicos de consumo al paso, no planificado. El mayor problema es que al consumidor no le importa, paga muy caro y sigue comprando en el mismo lugar. No es su culpa, es la víctima de este sistema”. Y concluye, esperanzado: “El consumo solidario es justo, es viable, es transformador y es mejor”.
Cómo conectarse
Tienda Consol Villa Crespo: Acevedo 132. // 11.5021.7393 // www.tiendaconsol.coop // info@tiendaconsol.coop