
La mirada de la universidad pública
En estos días, los asociados y las asociadas de CONSOL hemos tenido acceso a un documento preliminar elaborado por un grupo de cuatro estudiantes de la carrera de Comunicación, en la Universidad de Buenos Aires, que llevan un tiempo vinculándose con la cooperativa en el marco de un trabajo de investigación, a poco de terminar su recorrido universitario. Se trata de Ayelén Álvarez, Tomás Gallelli, Mariela Rivas y Federico Wajchman. La pauta principal del trabajo era trabar relación con una organización de la sociedad, identificar y capturar los momentos relevantes en la trayectoria del colectivo elegido y luego buscar la manera de incidir constructivamente en su esfera comunicacional: ellos cuatro se han acercado a CONSOL, propuesta en mano, y desde ese momento se dieron una serie de charlas e intercambios, a fines de desarrollar ese camino conjunto.
Esta semana, finalmente, los estudiantes de la UBA dieron a conocer a nuestra Comisión de Comunicación la línea de tiempo que han confeccionado y que prontamente presentarán frente a sus docentes, como parte del trabajo práctico que llevaron a cabo.
La línea de tiempo -o “recorrido reflexivo”, tal como se destacaba en las pautas elaboradas por sus docentes- presenta dos partes bien definidas: la primera se remite a la historia del cooperativismo en nuestro país, en tanto que la segunda profundiza en el trayecto de CONSOL, desde el momento en que emergió como una propuesta alternativa al consumo hegemónico.
Entre los hitos del movimiento cooperativista, la historia del Hogar Obrero merece un párrafo aparte, y los estudiantes lo entendieron de ese modo: en su línea de tiempo, destacan su fundación allá por el año 1905, de la mano del Partido Socialista y fundamentalmente de Juan B. Justo, obteniendo la Matrícula N°1 en el Registro Oficial de Cooperativas de la República Argentina. Destacan al peronismo de Juan Perón, como el momento histórico que viabilizó el crecimiento del cooperativismo, entendiendo que era una herramienta social que podía servir a la triada justicialista: independencia económica, soberanía política y justicia social. La noción de un sistema cooperativista parecía encastrar a la perfección con el impulso de avanzar hacia la concepción de una comunidad organizada, idea madre de la fuerza política peronista.
Paradojalmente, fue en nombre de un supuesto “peronismo”, que durante la década del noventa terminó desmantelándose no solo el cooperativismo nacional, sino cualquier iniciativa que propugnara la idea de una solidaridad social. Los lazos se desgarraban a todo motor y en su lugar se plantaba la semilla del individualismo y el rencor al prójimo: un sentido común muy doloroso, que al día de hoy sigue rigiendo a amplios sectores de nuestra sociedad y cuya retirada no se producirá hasta tanto no seamos capaces de consolidar un paradigma diferente.
Ayelén, Tomás, Mariela y Federico, mencionaron en su trabajo tres organizaciones que fueron puntal para que CONSOL pudiera constituirse como un actor de la economía social: el Colectivo Trabajo y Autogestión, salido de los pasillos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UBA; la Red Tacurú de Economía Solidaria, articulación entre movimientos de trabajadores desocupados, estudiantes y el sector campesino; y la lucha que desembocó en la recuperación de la fábrica Arrufat, una experiencia movilizadora que permitió visualizar los desafíos por delante y gestar la organización que permitiera vehiculizarlos. Si los trabajadores habían encontrado el modo de organizarse para seguir produciendo, lo que faltaba era buscar la manera de comercializar eficientemente la producción, de modo tal que esa fuerza de trabajo no cayera en saco roto. La cooperativa CONSOL emerge de ese proceso de lucha y consciencia.
Explica Ayelén, en nombre del resto de sus compañeros, que esta intervención les ha demandado la mayor parte de lo que va del año, y que su finalidad es aportar a la organización social “a través de un intercambio dialógico, mutuo y de ambas partes, incluyendo un relevamiento, un análisis del estado de situación y una propuesta concreta, como estudiantes de comunicación, para colaborar con la construcción en marcha”.
Próximamente, este grupo de estudiantes de la universidad pública estará presentando a sus docentes las conclusiones a las que arribaron tras su investigación y la propuesta de trabajo, para seguir vinculados con la cooperativa y a su proceso de inserción social.
Es muy necesaria la mirada y la participación de estas nuevas camadas de profesionales con arraigo en la educación pública y popular, compenetrados con las instituciones estatales y las organizaciones que ellos saben necesarias, para seguir combatiendo el sentido común vigente e instalar en su lugar una cultura política y humana, más acorde a los tiempos que corren.