
Con las ideas y los hechos
#Microhistorias 1
Justo cuando arrancó la pandemia, Cecilia y Cristian se encontraron, vía redes sociales, con una publicidad de Consol, y ahí nomás decidieron hacer una compra, a ver qué tal les resultaba. No era la primera vez que gestionaban su consumo a través de una cooperativa. Ya conocían el paño y eso hizo que se la jueguen sin pensarlo demasiado. Consol, a diferencia de otras opciones similares, ofrece a sus consumidores un esquema de reparto semanal, y el dato fue un diferencial para la organización familiar de esta pareja.
Cecilia Calloway es psicóloga y Cristian Prats trabaja en el rubro de la computación. Viven en el barrio de Caballito y están asociados al Foco de Parque Chacabuco. Desde que descubrieron Consol, se han habituado a efectuar una compra semanal, y dicen estar súper conformes con la atención que brinda la cooperativa y con la calidad de los productos que comercializa. “Nos funciona tan bien que prácticamente hemos dejado de ir al supermercado, excepto por cosas muy puntuales como comprar yogures para nuestro hijo chiquito”, nos comenta Cecilia, en este intercambio de audios de WhatsApp.
Cecilia expresa la necesidad de expandir las fronteras de esta economía alternativa en gestación, para que sea cada vez menos periférica y pueda disputarle hegemonía al supermercadismo y a la cultura del híper-consumismo. Es la única manera que concibe para generar las bases de otro modo de vincularnos, con el eje puesto en nuestra humanidad y desprendiéndonos de los resabios de una cultura del descarte que tanto daño nos produjo, en términos de comunidad. No se trata de soltarle la mano a nadie para zafar. Es al revés: vamos a salir del pozo juntos, cuando nos demos cuenta de que tendiéndonos la mano es como nos hacemos más fuertes.
Para graduarse en la Facultad de Psicología, Cecilia presentó su tesis sobre la historia de las fábricas recuperadas en nuestro país. Hoy, se atreve a decir que el proceso de recuperación de empresas en manos de sus trabajadores ha sido punta de lanza, en este camino solidario que se ha abierto para hacer frente a la impunidad de muchos empresarios que pretendían salirse siempre con la suya. Ella y su familia saben bien de qué lado están y se involucran siempre que pueden con estas experiencias de hombres y mujeres que han tomado la decisión de autogestionar su trabajo. Si otra economía que es posible, esa economía tiene que ser con los trabajadores asumiendo riesgos y haciéndose cargo de la actividad que realizan cada día.
“¡Ojo! -dice Cecilia-, porque no es que apoyamos la movida únicamente porque es afín a nuestras ideas. Como consumidores, tenemos necesidades que deben ser resueltas, porque de otra forma no lo podríamos sostener. Es desde las ideas, sí, pero también desde los hechos”. Esta red de consumo que propone la cooperativa Consol, no puede darse el lujo de fallarles a quienes apuestan por ella, porque entonces se estaría devaluando la confianza en el otro que queremos reconstruir. Al día de hoy, afortunadamente, podemos decir que estas familias de consumidores parecen estar felices, aportando su granito de arena en este proyecto solidario.