
Del foco de consumo a la tienda solidaria
Consol, como cooperativa de consumo, es una experiencia de organización comunitaria que se desarrolla en el marco de la cotidianidad y cuyo horizonte es la construcción de lazos solidarios. El consumo de alimentos y mercaderías es una práctica que nos atraviesa a todos y a todas, en tanto que resolvemos nuestras necesidades recurriendo al mercado, en cualquiera de sus formas, y adquiriendo productos a cambio de dinero. No hay quien gestione su vida de otra manera, y sin embargo muy pocas veces se nos propone pensarnos en calidad de consumidores, y menos aún plantearnos la posibilidad de transformar esos hábitos que nos igualan.
Y pensarnos como consumidores y consumidoras sugiere, efectivamente, la posibilidad de que podamos gestionar nuestras necesidades de otro modo, despegándonos de la lógica mercantil y apostando a la organización con otras personas. ¿Por qué no empoderar el salario de nuestro trabajo? ¿Por qué no defenderlo colectivamente, en lugar de dilapidarlo en soledad? El planteo es simple: si entramos solos y solas al mercado, estaremos siempre a merced de lo que se nos imponga, pero, si nos ponemos de acuerdo con un grupo de personas, entonces esa situación de desprotección puede empezar a cambiar.
Desde que nació, Consol tuvo dos faros: el Hogar Obrero, supermercado de referencia en nuestro país que fue gestionado cooperativamente durante décadas, hasta que el menemismo se lo llevó puesto; y los almacenes populares San Cayetano, crecidos al calor de los ochenta. La cooperativa de consumo representa esta oportunidad de avanzar en la construcción de una lógica diferente, persuadiéndonos a cada uno de dejar de actuar como meros receptores de mercancías, y tomando el control de la transacción, asumiéndonos protagonistas. Un colectivo de personas organizadas, puede ser un escollo para las pretensiones monopólicas del mercado hegemónico.
La propuesta de Consol es que esa organización se exprese territorialmente. ¿Cómo? A través de los focos de consumo. Si bien el primer paso ocurre siempre en el ámbito privado, es decir, fruto de una decisión personal o familiar, la meta es avanzar hacia un formato que denote su carácter colectivo. Un foco es el espacio de referencia en un barrio determinado, que sirve como ordenador de ese poder de consumo colectivo en gestación. Esta organización podrá darse en espacios diversos, como una cooperativa, una mutual, una escuela, un sindicato o un centro cultural. El único requisito es que ese espacio barrial comparta los valores solidarios que Consol representa e intenta propagar.
Si el foco de consumo logra instalarse en un espacio fijo, será porque la organización vecinal se elevó a punto tal de requerir un stock de mercaderías estable y constante. Ese piso de demanda organizada es la punta de lanza para que el foco se transforme en una proveeduría, que es una fase superadora en términos de gestión y administración. En este punto, se habrá incorporado un puesto de trabajo autogestionado, cuyo o cuya responsable se encargará de controlar y disponer el stock de mercaderías, de entablar un diálogo con los consumidores y de organizar con ellos el reparto semanal.
A esta altura de la nota, cualquiera puede palpar el hecho de que otra organización es posible. No es una utopía el planteo de la cooperativa de consumo, para nada. Se trata exclusivamente de la determinación política subjetiva y las ganas de participar en una dinámica superadora, colectiva y empoderada. Luego de la proveeduría, si el proceso continúa siendo virtuoso al cabo de un tiempo prudente, se evaluará dar el salto hacia la instalación de una Tienda Solidaria, que es la figura que expresa el máximo nivel de organización, de acuerdo a los parámetros edificados por los asociados y las asociadas de Consol. Ya no se trata de un espacio físico que organice la demanda de los socios, sino de una tienda abierta al público, con la lógica de un mercado barrial, pero asumiendo como siempre los valores del cooperativismo.
La Tienda Solidaria intentará hacer honor a las bases de Consol, que es el beneficio tanto de su masa de asociados y asociadas como de los productores primarios, eliminando los intermediarios ociosos y haciendo valer el poder adquisitivo colectivo de la compra. Habiendo dado este salto de calidad, se evaluará la incorporación de algunas primeras marcas, sabiendo que los clientes irregulares buscarán también esos productos, por la inercia de la costumbre. La meta es avanzar hacia esquemas cada vez más populares e inclusivos, que permitan disputar la hegemonía del consumo e incidir paulatinamente en la concepción de la sociedad.