
El consumo solidario da respuestas a la pandemia
La venta de Consol a demanda entre focos de consumo, consumidores y consumidoras creció un 60% desde que llegó el COVID-19 a Argentina, en comparación con el trimestre anterior.
Tomando los recaudos del contexto pandemia y el cambio en los hábitos de consumo, y después de cuatro años de una considerable baja en la economía nacional, la organización del consumo, y la búsqueda de nuevas alternativas de compra creció fuertemente.
En tiempos de crisis y pandemia, donde los alimentos de primera necesidad son fundamentales, somos cada vez más quienes nos inclinamos por otras formas de consumo, organizadas, responsables, solidarias y justas.
La aplicación de un protocolo de higiene, y el esfuerzo de los focos para entregar semana a semana los pedidos a domicilio facilitaron que cada consumidor y cada consumidora pudiera cuidarse quedándose en su casa y seguir consumiendo cooperativamente.
A partir de ahí desplegamos una logística de concentración y desconcentración en el depósito y en varios focos de consumo. Pudimos generar una distribución en dos o tres etapas que permitió hacer entregas puerta a puerta, que continúan hasta hoy, como parte del principio cooperativo de interés y cuidado de la comunidad.
Esto requirió un gran esfuerzo y una gran capacidad de gestión para administrar la organización de procesos complejos, nuevos y con muchas aristas.
La desconcentración del armado del depósito en una segunda etapa en distintos puntos como Floresta, Constitución, Villa Crespo y Abasto nos permitió generar una mejor atención y entrega de los pedidos, pero también organizar la distribución para fuera de la Ciudad de Buenos Aires. El foco de consumo solidario de Olivos se fortaleció y se sumaron nuevas entregas en distintas zonas del Oeste del conurbano, como Moreno, Tres de Febrero, La Matanza y en Zona Sur, donde hay una gestión de entrega mensual.
Durante el Aislamiento Social, logramos formalizar dos focos, el de Villa Mitre y el de San Cristóbal. Además, se incorporó el de Abasto. Cumplimos así el objetivo de llegar a nuevos consumidores y nuevas consumidoras, pero también reestructuramos la demanda de personas que en otros momentos no estaban en la órbita de entregas por estar ubicadas en algunas localidades del Gran Buenos Aires.
La pandemia produjo una reorganización integral que, a pesar de las circunstancias adversas, permitió fortalecernos y afianzar la logística territorial.
La participación colectiva en contexto de aislamiento social fue un gran desafío. Tuvimos que readecuarnos a una dinámica prácticamente digital, tanto en el Consejo de Administración como en la mayoría de las áreas de nuestra organización. Todavía estamos afrontando ese desafío, incorporando la posibilidad de asociarse virtualmente, mediante un formulario y una transferencia.
Todo esto implicó una reorganización de la dinámica territorial, pero lo trascendental es que la pandemia obligó a cambios en los hábitos del consumo que supimos consolidar en un mayor y mejor consumo solidario. Esperamos que se trate de una tendencia que se mantenga en el tiempo.
En estos meses, continuamos dando respuesta a la demanda de alimentos, artículos de limpieza y otros bienes, muchos de ellos producidos por empresas recuperadas, cooperativas y otros emprendimientos de la economía popular. De esta manera cuidamos no solamente nuestra salud, sino también el trabajo digno y la naturaleza, ya que cada vez sumamos más alimentos agroecológicos que no utilizan ningún tipo de agrotóxicos.
En medio de este reordenamiento continuamos cumpliendo con uno de los valores esenciales que nos rigen como organización, la solidaridad. Acompañamos en este tiempo a los floricultores que por consecuencia del COVID-19 vieron frenada su actividad en un 90% por la falta de eventos y actividades sociales. Regalamos flores en cada pedido y fomentamos la compra de un “ramo solidario” en apoyo a las familias y a los trabajadores de esta actividad.
También hemos estado presentes, como lo seguiremos estando, para proteger y dar apoyo a los trabajadores y trabajadoras de empresas recuperadas. Como es el caso de la tradicional Pizzería 1893 que comenzó un proceso de autogestión, lo que permitió mantener los puestos de empleo. Fomentamos a través de nuestra Tienda, ordenes de compra para fortalecer su demanda y sostener su actividad.